Muchas veces idealizamos personas, lugares, organizaciones, eventos y un sin fin de cosas. Nuestro anhelo por tener o ser parte de aquello que deseamos no nos permite cuestionar siquiera lo que podría causarnos algún daño, zozobra y/o desasosiego.

Romantizamos nuestro ideal envolviéndolo en algo meramente idílico, carente de brechas y defectos hasta que finalmente logramos acercarnos y ser parte de aquello pretendido.

Como todo lo idealizado, inicialmente todo es color de rosa pero con el pasar de los días va surgiendo a la luz el real aspecto y forma. Es entonces donde nos toca analizar y observar que tan a fin somos con aquel ideal que ya no es tan ideal.

¿Somos afines?, ¿Existe mutualismo?

Si no hay algo que se pueda mantener, coge lo que puedas rescatar e inicia una nueva ruta, en un sendero en el que vuelvas a caminar.